sábado, 14 de enero de 2012

Los que saben no hablan; los que hablan no saben

Buda del s. XIII en Kamakura, Japón
Siendo el título de esta entrada uno de los dichos más conocidos de una escuela Zen, a uno le dan ganas de dejar de escribir, irse a un monasterio y sentarse a meditar, sin más: a ver qué pasa... pero ahora no es momento. Sigamos entonces descubriendo qué es eso de la meditación para el Budismo Zen. 
Históricamente, es en la India donde más tipos de meditación encontramos, más acercamientos diversos a este fenómeno, más teorización en torno a la misma, más discusión, más corrientes (verdaderamente inabarcables). Pero al pasar a China, el Budismo, nacido en el Nepal, después de superar tantas cumbres (intelectuales y físicas), podemos decir que bajó a la tierra, como era lógico al enfrentarse con el carácter chino, mucho más práctico que el indio. Fue allí, en China, donde, mediante la selección de algunos sutras (discursos sagrados atribuidos a Buda) y el contacto con el Taoísmo, el Budismo Zen tomó forma. Del Taoísmo le viene al Zen su "anti-intelectualismo" o, mejor dicho, la creencia de que mediante el lenguaje no se puede expresar "la verdad última".