viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Por qué Oriente? ¿Por qué el Zen?

Hola lectores,
lo primero que os merecéis, por leer estas líneas, es un motivo que os explique a qué se debe la creación de un blog con un título y un diseño tan "alternativos": si es por una pasión acendrada que me impulsa a ello o si no es más que una frivolidad esnobista. 
Lejos de ambos extremos, la verdad es que escribo este blog porque estoy obligado. Es así... Al empezarlo a hacer, por considerarse un tema algo intelectual y generalmente bien visto, he estado a punto de olvidar este hecho incontestable y pensar que lo escribía por estar profundamente motivado y sentir la necesidad de expresar al mundo mis personalísimos e importantísimos pensamientos. Pero no. La realidad es que se trata de una tarea que hay que hacer para la asignatura de TIC del Máster que estoy estudiando para ser profesor de Filosofía. Y dado que el Máster también es obligatorio, todo parece indicar que no podréis leer más que unas cuantas líneas que escriba para salir del paso.
Pero bueno, no seamos así, no es justo que me gane a los cínicos que naveguen por aquí tan fácilmente. Seamos sinceros: podría haber hecho un blog con dos o tres entradas estándar sobre algún tema estándar que quedase mejor y que tuviese una relación más clara con el Máster. Es evidente, pues, que debo tener alguna motivación intelectual añadida. Sirvan los siguientes puntos como resumen:
1. El hombre tiene diversas facultades, que varían según autores y gustos, pero, en última instancia, para (casi) todos los filósofos del canon occidental las capacidades mentales superiores del ser humano se reducen siempre a la misma, a la cual se le suele llamar "razón". Una capacidad que mediante la lógica nos permite entendernos unos a otros, comunicarnos, comprender el mundo y hacer uso de él según convenga.
2. Si atendemos a los análisis del pensamiento oriental, vemos que así perdemos una rica faceta del ser humano. Se trata de la meditación. A través de ella, he descubierto que, al menos, hay otra facultad superior de la mente (o del alma). Paradójicamente, apenas la conozco más que teóricamente, lo cual hace que mis palabras no tengan toda la fundamentación que yo quisiera, pero tienen la gracia de resultar inmediatas, directas, espontáneas ante un descubrimiento que me ha marcado intensamente. Supongo que dentro de unos años (quizás unos meses) mi pensamiento al respecto habrá cambiado, pero aún tendré gran curiosidad por conocer mis primeras impresiones. Al menos para mi uso particular, entonces, este blog no será en balde.
3. "Meditación" parece tener como mínimo dos significados: uno es la profunda reflexión racional que realizan los pensadores y los filósofos, v.g. la meditación hegeliana sobre la Historia; de esto no trataremos aquí. Otro sentido es el de la instrospección no necesariamente racional que ha sido usada para conocerse mejor a uno mismo, relajarse, ser iluminado, llegar hasta Dios o sin ningún objetivo específico. Esta segunda acepción, que he intentado expresar de la manera más general posible y que después concretaremos, es a la que me referiré siempre, a no ser que se indique lo contrario.
4. Hay muchas maneras de rebatir la alegada supuesta originalidad del pensamiento oriental con respecto a la meditación. Creo que la más evidente es defender que la meditación sí se encuentra en la historia de Occidente, y también en la del Islam, en las culturas precolombinas o en los chamanes del África.
Correcto, es innegable que, por hablar de lo que me es más cercano, por ejemplo el maestro Eckhardt, san Juan de la Cruz u otros místicos o teólogos cristianos pueden ser muestras de la importancia de la meditación para el logro de objetivos de tipo religioso. Pero esto es precisamente lo que en varias corrientes orientales no encontramos: objetivos.
San Juan de la Cruz escribe: "En una noche oscura/ con ansias en amores inflamada". Está claro que ha llegado a tal estado por cierto tipo de "meditación", lo cual se confirma con "estando ya mi casa sosegada". Pero después de la meditación hay un estadio superior, el logro de la unión con Dios. Este logro se desea: "con ansias en amores inflamada". En cambio, en ninguna tradición oriental de meditación hay "ansias" ni "amores" de los que se inflame el alma, en bastantes tradiciones no es necesario ni siquiera el "amor" de ningún tipo, por ejemplo en el Zen, donde tampoco hay nada que lograr, ni ningún objetivo. La idea es estar "quietamente sentado, sin hacer nada", como se dice en un poema zenrin de los que nos transmite Alan W. Watts en su muy interesante y didáctico libro El camino del Zen.
Sin Dios, en Occidente no tiene sentido la meditación. Para el Zen, el que haya o no Dios da exactamente igual.
Enso. El despertar, el universo, el vacío.
5. Por tanto, la meditación a la que me refiero está tomada por sí misma, digamos "fenomenológicamente", no en relación a un Dios, a una religión o a un objetivo concreto. Es precisamente en el Zen donde más claramente se incide en esta "meditación pura", y por tanto nos ayudaremos de sus enseñanzas para arrojar luz sobre una facultad humana que en Occidente ha sido tratada de una manera "interesada" desde la perspectiva religiosa o directamente ignorada por nuestros más eminentes filósofos.

2 comentarios:

  1. La meditación no trasciende al resto del mundo, es un asunto particular cuya repercusión se limita a uno mismo y que es valorada por uno mismo. Por esto es muy difícil que sea tomada en serio por el pragmático occidente.

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  2. Pragmático y magnifico, que duda cabe.

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